sábado, 23 de julio de 2016

Mi Experiencia con el Yoga para TCA


      En este curso he tenido el honor y el placer de compartir lo que conozco de Yoga con un grupo de personas excepcionales, todos mis grupos lo son cada uno en su forma, pero este ha sido especial, ser especial no es ser mejor, pero sin duda especial por su idiosincrasia, y por las reglas establecidas para llevarlo a cabo.

      Una apuesta de la Unidad Multidisciplinar de la conducta Alimentaria, ELCA (Granada) de incluir el yoga de manera regular, en sus terapias; les doy las gracias por contar conmigo, para realizarla y les felicito desde lo más profundo de mi corazón, porque de verdad pienso que ha sido muy positiva.

      Podría hacer una reflexión del yoga en los trastornos de alimentación, de lo conveniente de practicarlo en esta o cualquier situación, de lo conveniente que es incorpóralo a la vida diaria, sin esperar a que asome algún problema o enfermedad. Practicar yoga no nos hará inmune a nada, pero nos dará las herramientas, para reconocer lo que nos está pasando y ayudarnos a atajarlo en algunas ocasiones incluso antes de padecerla, “a verla venir”; nos dará esa consciencia y auto conocimiento para saber que algo empieza a fallar, incluso nos dará la libertad de decidir si “la dejamos pasar” o no, porque a veces “decidimos” enfermar para aprender la lección, otras veces enfermamos porque estamos distraídos, distraídos de lo bueno de la vida... y otras veces simplemente porque la vida es así... se escapa a nuestro entendimiento.

      Pero no haré este post sobre eso pues me consta que la red está llena de ellos (algunos buenísimos y otros no tan buenos) al alcance de quién quiera profundizar en el tema, lo haré sobre mi experiencia, que aunque es sobre enseñar yoga, y espero haberlo hecho aunque solo sea un poquito, sobre todo lo que he hecho es aprender y disfrutar...por lo que de nuevo doy las gracias.

Llega el primer día voy a conocer a un grupo de personas la mayoría adolescentes, a las que no me podré dirigir en mi forma habitual, por las características de su enfermedad, ni hacer algunas de las asanas en su forma original, por los mismos motivos, de los que he sido informada, y he recibido nociones en reuniones previas. Sin embargo ese conocimiento de la situación, para nada me da seguridad, llego a la unidad y me enfrento al primer día con miedo, si con miedos, a su acogida pues no es una actividad que el grupo elige, a no hacer ni decir nada que lejos de ayudarles les perjudique.
Confío en la técnica al cien por cien, me acerqué al yoga hace veinte años, inicié mis formaciones en 2008, (que aún no han terminado y confío en que nunca lo hagan) pero eso que a priori puede parecer mucho tiempo (en yoga nunca aprender y practicar, es mucho tiempo) no incluye experiencia con esta enfermedad. Desde que supe que iba a formar parte de este proyecto he leído todo lo que ha caído en mis manos sobre el tema y lo que no ha caído lo he buscado, pero ahí estaba el miedo, no reconocerlo no sería honesto.


      Y empieza la clase, nos presentamos, hablamos de lo que cada una/o conoce de yoga, y percibo incertidumbre, resistencia, curiosidad, expectativas y acogimiento, percibo el “calorcito” de ser bien recibida, y comparto con el grupo lo que para la mayoría es, su primera clase de de Yoga, percibo como según avanza la práctica se entregan a ella (prácticamente todo el grupo). Puedo notar cómo se dejan fluir y puedo notar como durante la sesión, y es solo la primera, conectan con la práctica veo que les gusta, que no tienen la cabeza en otro sitio, puedo notar que aunque haya sido por unos instantes, han vivido el aquí y el ahora, que han disfrutado, todo ha fluido muy bien, el balance es más que positivo, y se cumplen las enseñanzas de yoga que tanto me gustan:  


... “Yoga es... Es conocerte y aprender a escuchar tu voz. Es creer en ti y comprobar que eres capaz de hacer más cosas de las que imaginabas
Es comprobar que tus miedos no son reales”... 

Y salgo de la primera vez con la sonrisa en el rostro y en el corazón, sabiendo que estoy
participando en algo bueno y agradeciendo ser parte de ello.

      A ese día le han seguido otros, donde la entrega a la práctica ha ido en aumento, donde hemos crecido como grupo, donde hemos aprendido asanas, hemos hablado de chakras, de energía, hemos respirado de “otras formas” , hemos cantado, vibrado con mantras y sonidos, nos hemos relajado, aprendimos a identificar los pensamientos y dejarlos pasar, a no anclarnos en ellos, a sentirnos mejor con nosotros mismos, nos hemos regalado nuestra presencia (cada uno la suya), descubierto el auto-conocimiento en cada uno de nosotros, de alguna forma hemos despertado.


      Espero haber sido el detonante, que ha puesto en sus vidas el Yoga y haberles podido trasmitir todo lo que el yoga les puede aportar, que sigan la máxima de hacer solo lo que les siente bien, lo que les haga sentir en paz ell@s mism@s, a ell@s les digo, no os conforméis, no os atéis a nada ni a nadie, buscad comparad y si encontráis algo mejor ¡¡practicarlo!! y recordar, que a veces nos equivocamos... ¡¡ Y NO PASA NADA !!

Termino con una adaptación de mis citas favoritas: ...el Yoga como la vida, es práctica constante, sin importar los resultados es conocerte, es aprender a escuchar tu voz es conocer lo que cada uno puede conocer, sobre todo conocer lo no puede es no avergonzarse NUNCA, de no querer,  de no poder, o de no saber por que el desafío no es ser otro, el desafío es SIEMPRE, ser UNO MISMO...

Me quedo con vuestras sonrisas vuestra curiosidad 
vuestra entrega 
y os doy... todo mi cariño al grupo a la Unidad y en particular a las personas que confiaron en mi
 Gracias, gracias, gracias
Brigitte